Prólogo de Nacho Ares

LA VENGANZA DEL TIEMPO

Con este libro aprenderemos sobre Grecia, sus mitos y su arqueología. El conocimiento de nuestro pasado viene en gran parte de la mano de la arqueología. Los restos materiales que han llegado hasta nosotros de la cultura griega nos permiten reconstruir cómo vivían, pero también cómo pensaban y cuáles eran sus problemas más vitales. Muchos de ellos quedaron reflejados en los mitos; historias aparentemente ingenuas pero que no hacen más que recrear arquetipos que han marcado el destino del ser humano desde el origen de los tiempos. Y lo más insólito de todo, por mucho que nuestra sociedad sea un elenco de tecnología y sofisticación, esos arquetipos siguen vigentes. Hemos cambiado los dioses por las máquinas, las oraciones por los mensajes cortos, pero la forma de pensamiento es exactamente la misma.

La venganza del tiempo, de mi gran amiga Isabel Martínez de Ubago, es la prueba más evidente de que la forma de pensar de los antiguos griegos, sus miedos y sus inquietudes, se proyectan más de dos mil años después hasta nuestros días. El concepto del inframundo, ese más allá tan extraño y misterioso del que nadie ha conseguido regresar nunca, su geografía y las partes en que estaba dividido según los antiguos mitos, plantea cuestiones en la actualidad que ya se hacían hace más de dos milenios en la Grecia clásica. Se trata de ideas que, como en el mito de la Caverna de Platón, ofrecen un reflejo muy vivo, casi tangible, de cómo reaccionamos hoy ante ciertas circunstancias de la misma forma que lo hubieran hecho los griegos en la Atenas de Pericles, por ejemplo, hace casi 2.500 años.

Isabel ha creado un puente virtual por medio de la literatura y lo ha hecho de una forma genial. Para ello emplea escenarios contemporáneos aparentemente diferentes a los originales de época griega, pero con infinidad de elementos en común que los hacen mucho más afines. La historia comienza en el templo del dios Crío en la isla de Hydra. Allí los protagonistas encontrarán una puerta que les llevará a un destino alucinante que se desarrolla en diferentes momentos y lugares. Uno de esos escenarios a primera anacrónicos es la ciudad de Madrid; una ciudad con plazas, calles y tiendas, repletos todos ellos de elementos que nos unen a la antigua tradición clásica y que hemos ido olvidando paulatinamente con el paso de los años. Esas estatuas, iconos y figuras de la historia y del folclore más cercano a nosotros, se unen a los milenarios mitos de los antiguos griegos en una fusión que nunca antes había visto en una novela a caballo entre lo histórico y la ciencia ficción.

Para lograr atrapar al lector desde la primera página, Isabel emplea el conocimiento de primera mano. Ha visitado y estudiado los sitios que describe. Y eso en una novela no sólo es señal de buena documentación, sino que ayuda al lector a recorrer de una manera más sencilla los enclaves que se describen en cada capítulo. Pero la investigación no solo se cimenta con viajes a los lugares en donde desarrolla la historia, sino que además se basa en las propias fuentes históricas. Los autores clásicos nos han dejado una buena ristra de datos para conocer la personalidad de esos arquetipos divinos que dieron personalidad a los dioses del Olimpo griego y que hoy redescubrimos, sin saberlo, en nuestra cotidianidad del siglo XXI.

Todo ello sirve para construir una historia de ficción que, aún siendo una novela, bien podría ser realidad. Y es eso quizá lo que más remueva al lector después de disfrutar, seguro, de La venganza del tiempo.

Nacho Ares

Febrero de 2014

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